Descomposición fotoquímica del ozono: Junto al
proceso de formación del ozono, tiene lugar también su proceso de
descomposición fotoquímica. El ozono absorbe radiación ultravioleta
descomponiéndose de forma inversa a como se formó:

este proceso
de descomposición fotoquímica es el que le confiere a la capa de ozono
su papel importantísimo como escudo protector al absorber las
radiaciones ultravioletas que de llegar a la superficie terrestre
causarían importantes efectos perjudiciales. Según teorías actuales,
el origen de la vida en nuestro planeta no hubiese podido tener lugar
sin esta protección ultravioleta, sin esta capa de ozono.
Podemos
sintetizar diciendo que se establece un equilibrio entre la formación
y la destrucción del ozono que tiene como resultado la absorción de la
radiación ultravioleta.

Destrucción
del ozono: Existe otra reacción expuesta por
Chapman en 1930 que supone una doble pérdida:

por una parte se pierde ozono y por otra oxígeno atómico capaz de
producirlo. La velocidad de dicha reacción es relativamente lenta.
Ahora bien, este proceso de destrucción es catalizado por determinadas
especies químicas X según el siguiente mecanismo de reacción:

por
ejemplo:

La especie
química X se recupera al final del proceso, por lo que una sola
molécula puede destruir muchas de ozono. Por ello, aunque las
concentraciones de X sean pequeñas, sus efectos pueden ser
considerables. X puede ser un átomo de Cl, H o Br, un radical OH, o
moléculas de CO, NO, etc., siendo especialmente efectivos los átomos
de Cl, Br y la molécula de NO.
Es
precisamente el aumento considerable de las cantidades de especies X
en la estratosfera lo que supone una seria amenaza para la destrucción
de la capa de ozono, y éstas son originadas fundamentalmente por las
actividades humanas. Por poner un ejemplo, el cloro se produce en la
estratosfera por fotólisis de compuestos clorados procedentes de la
troposfera y en su inmensa mayoría de origen antropogénico como los
clorofluorocarbonados (CFC) utilizados como refrigerantes, propelentes
de spray, disolventes, espumas contra incendios, ... Se estima que,
antes de llegar a los acuerdos para reducir progresivamente su
producción y eliminarla hacia el año 2000, la atmósfera recibía cada
año unos 1000 millones de toneladas, y dada su estabilidad (tienen una
vida promedio de entre 10 y 100 años), permanecen varios años en la
troposfera y se difunden hacia la estratosfera destruyendo la capa de
ozono. En la actualidad, su concentración sigue aumentando un 6 %
anual a pesar de que ya se han conseguido sustitutos adecuados.